Hace 10 años, en 2002, yo vivía en Orléans. Allí viví mis primeras elecciones presidenciales a Presidente de la República en Francia. Como extranjero, por supuesto, pues yo no tengo derecho a votar al no tener la nacionalidad francesa. Entones saltó la sorpresa en la primera vuelta: el candidato socialista (creo recordar que era Jospin) no estaría en la segunda vuelta. Todo el mundo daba por hecho no sólo que iba a estar en la segunda vuelta, sino que iba a ser presidente. En ese momento los franceses se vieron obligados en la segunda vuelta a votar a Chirac o a Le Pen, o, lo que es lo mismo, tuvieron que decidir si dar el poder durante 5 años a la derecha o a la ultraderecha. Masivamente el electorado ( incluído el de izquierdas) fue a votar a Chirac. La victoria fue rotunda. Una cosa era que la gente de izquierdas no se hubiera movilizado lo suficiente al punto de que el partido socialista no estuviera en la segunda vuelta, pero otra muy distinta y muy temida, que la ultraderecha tuviera la mínima posibilidad de ganar las elecciones y gobernar un país, que, por otra parte, es pionero en Europa en conquistas sociales.
10 años después, heme aquí de nuevo, aunque esta vez de paso. En estos 10 años la derecha ha gobernado en Francia, primero con Chirac y los últimos cinco con Sarkozy. No he seguido de cerca la política francesa en estos últimos años, con lo cual no puedo juzgar la actuación de Sarkozy, pero por lo que llevo oyendo alrededor de mí en estos últimos días desde que estamos aquí, creo que no va a volver a gobernar.
Si en 2002 el electorado de izquierdas votó a Chirac para que no ganara la ultraderecha, este año todo pinta a que la gente va a votar a Hollande (candidato socialista) para que Sarkozy no repita.
Veremos lo que pasa esta noche y sabremos qué dos candidatos pasan a la segunda vuelta. Y ya en España, dentro de dos semanas, sabremos si hay cambio o no lo hay.
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